El invierno pone en riesgo a 1 200 familias

Los escombros de un viejo muro de protección se observan en los límites del barrio El Progreso, en el centro de Muisne. Está en el sur de la provincia de Esmeraldas. 

Fue construido hace 10 años para mitigar los efectos del invierno, pero según los vecinos no fue de mayor utilidad. El mar se cuela por los bordes con sus arremetidas y llega hasta el manglar, que rodea las casas. Los puntales de las viviendas de madera tienen una coloración verde.


 Es la señal del agua que empieza a empozarse con las lluvias de invierno que ya se han sentido. Esa señal alcanza hasta 80 centímetros de altura. María Peñafiel, pobladora de la zona, dice que hace tres semanas, cuando se dio el último aguaje, el agua entró a las casas. "No se puede tener nada en el piso, porque en cualquier momento entra el agua y lo daña".

Patricia Ortega, otra vecina, se ha resignado a vivir en esas condiciones durante la época invernal. Desde el puente de madera que une la calle con su vivienda, muestra cómo el agua socava las bases de los espigones de su casa, clavados sobre el terreno arenoso. Cuando llueve o hay aguajes no puede dormir. El temor de que su casa se vaya a caer la desvela. Alrededor hay 100 casas más en las mismas condiciones. El Progreso es uno de los siete barrios de Muisne que se inundan con los aguajes y el desbordamiento de los ríos en temporada invernal. Son 300 familias las afectadas, según el Municipio.

La Unidad de Gestión de Riesgos determinó que unas 1 200 familias viven en peligro por estar cerca del manglar. Este diagnóstico será la base para plantear obras que puedan mitigar los problemas, según el alcalde de Muisne, Paúl Vélez. Peñafiel espera que eso se cumpla, porque "hasta ahora lo que se ha hecho son puras obras para embellecer el malecón y una o dos calles principales". Lo que se necesita -agrega- es un verdadero plan para enfrentar el invierno y no simples parches. 

El Alcalde de Muisne explica que a diferencia de otros rincones de la provincia, en la isla no se puede reubicar a las personas porque la geografía de la isla no lo permite. Está rodeada por el mar. "Pese a esto se han presentado los proyectos ante la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR), para la construcción de muros de escolleras en los barrios afectados por las inundaciones". 

En la SNGR, los proyectos están en análisis. Entre los muisneños hay malestar porque hace tres años se invirtieron, a través del ex Corpecuador, más de un millón de dólares en obras de protección en barrios como Las Manchas y Bolívar, pero no dieron resultados. Ahí se aplicó un sistema de geotubos (sacos llenos de arena) para proteger a la población de los aguajes, pero se los llevó el mar. 

En sectores como la Invasión, Nuevo Muisne, América y Santa Rosa, la situación es más grave, porque no cuentan con un sistema de alcantarillado de aguas servidas y aguas lluvias; tampoco agua potable. Vélez dice que eso será una realidad este año. Esto pese a que el proyecto de agua potable que se ejecutaba en la isla por USD 1,8 millones fracasó. 

La Contraloría encontró presuntas responsabilidades administrativas y suspendió la obra. José Cheme cree que los problemas políticos y los juicios laborales en el Municipio han incidido en la poca inversión en las obras básicas. Desde hace 56 años no hay agua potable ni alcantarillado. Su casa es una de las que está a punto de ceder con los aguajes. Vive en el barrio Bellavista, junto al estuario del río Muisne. 

El agua ha socavado las bases de su casa de madera y parte de las 50 palmas de coco que tiene. En el sector, representantes del Municipio de Muisne hicieron un censo para ubicar a 150 familias en riesgo en un sitio menos peligroso, pero Cheme cree que es un censo más de los que se han hecho. Vive de la pesca y la recolección de la concha, en un área de manglar que está a 300 metros de su casa. 

La ex directora de Gestión de Riesgos del Municipio de Muisne, Elena Bastidas, señala que la isla está en una zona muy baja y por eso el mar entra hasta el centro de Muisne con los fuertes aguajes. Las lluvias y el último aguaje dañaron las calles de tierra de la isla.

 El Alcalde ordenó una inversión de USD 150 000 en el relleno. Bastidas dice que esa no es la solución, porque el problema está en las áreas por donde penetra el agua, entonces hay que pensar en buscar financiamiento para construir los muros de escolleras. En el 2010, el Municipio presentó a la Secretaría de Gestión de Riesgos 21 proyectos, de los cuales se aprobaron solo tres.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO

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